sábado, 24 de mayo de 2008

El libro en sus manos

“¿Son todos para mí?”, preguntó al ver las paredes totalmente cubiertas libros. “Todos los que puedas llevarte”, respondió alguien detrás de él. Un rápido vistazo a la estancia le descubrió unas cajas vacías en la esquina. Cogió una y la llenó raudo con los libros que encontró más a mano. Cuando estaba a punto de alcanzar la puerta, se le nubló la vista y su respiración se hizo entrecortada. Se despertó preso de una crisis neviosa, sosteniendo con fuerza un libro en sus manos.

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